TAMBIÉN
LO SÉ, PORQUE LO VIVÍ.
A mí nadie me espera, aunque puedo ya no busco esa bella preocupación femenina.
La espera y ansiedad por alguien amado hoy
las perdí… me dejaron… las dejé… abandoné.
Mientras mis hermanos siguen disfrutando
de sus vidas junto a su esposa e hijos,
mi antigua familia sufre y recibe como vuelto
aislamientos sentenciados por su Jehová.
Casi nadie desea sacrificarse ni
incomodarse: la solidaridad y humanidad es muy escasa.
No recuerdo, si alguna vez por mis
travesuras, ya no deseaban verme mis padres.
Lo que sí sé, es que abandonar a un
padre o a los dos, es muy cruel, es terrible;
es la peor ingratitud demostrada a esos
mayores que solo nos aman: es un maltrato.
Cómo puedo abandonar a una madre que
golpea mi puerta por ayuda… ¿cómo?...
Cómo dejar a su suerte a una mujer que
solo supo amarme, cuidarme y aún me ama.
Desde su dormitorio escucho llamarme con
urgencia, apenas son las 5:30 a.m.
Se cayó otra vez y le es imposible
levantarse por sí misma… le falta fuerza y no voluntad.
El departamento para mi privacidad ubicado
en otro piso y asignado por ella,
muy
poco lo habito; sus continuas caídas son las culpables y mi compasión la
necesita.
Agradecida díjome: qué sería hijo, si no
estuvieras tú aquí… ¡Dios te pague y bendiga!
Nuestra preferida compañía tiene en sus
palabras mucho poder, nos pueden manipular, obligar, incentivar con fuerza a realizar
cosas o tomar actitudes tan violentas como dóciles.
Las personas que más amamos son las que
nos persuaden y engañan con mayor facilidad.
Nos pueden empujar a la separación, a
las malas compañías, al mismo desamor, a la maldad.
También lo sé, porque lo viví… ella también
lo sabe… muchos lo saben… lo sabrán…
Todo lo estoy pagando, todo, hasta el último centavo de ayuda recibido y ya
gastado.
Estoy cancelando la caricia recibida y la no dada, como el amor
recibido y no ofrecido.
Nada es gratis en la vida, nada, ni tampoco los favores concedidos ni los recogidos.
Si haces el bien solo recibirás el bien;
si actúas con maldad, lo malo será tu
pago.
Es purificación total… es la vida de mi
madre retirándose divinamente limpia junto
a la mía…
Franz Merino
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